Cuando caminamos por la ciudad nos convertimos en espectadores de todo lo que acontece a nuestro alrededor, como en la caverna de Platón nos guiamos por sobras imaginarias que creemos son reales, ver esa falsa realidad con nuestros ojos nos hace ser menos críticos y sin darnos cuenta nos convertimos en un personaje más , buscamos no destacar demasiado no romper las normas establecidas con lo cual cada vez abrimos menos la boca para opinar para denunciar
Con la boca cerrada nos sentimos seguros , pero hay momentos que nuestra mente nos traiciona entonces nos quedamos como exhaustos ,abrimos la boca , quizás para respirar , para bostezar o tal vez sea nuestro yo interior que quiere opinar que necesite gritar , es tan solo un instante unos segundos para luego volver a cerrar la boca y continuar en nuestro mundo , tranquilos y con la confianza de que al tener la boca cerrada no van a entrar moscas.